¡Cuánta flexibilidad y ritmo!
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27 de diciembre de 2010
Los elfos os desean felices fiestas
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9 de septiembre de 2010
17 de marzo de 2010
14 de enero de 2010
El evento (crónica de la Quebrantahuesos 2009), Por Dionisio Del Hoyo

Hacía años que venía escuchando hablar de la Quebrantahuesos, creo que fue en 1996 cuando alguien en algún grupo me conto que por los Pirineos se realizaba una prueba para aficionados que emulaba una etapa del tour o de la vuelta, como se quiera decir, el caso es que de aquel tío solo recuerdo que era de un pueblo muy pequeño del sur de Badajoz y que todo el mundo trataba de evitarlo, porque era una autentica “radio” y te aburría hablando. Creo que fue allí donde cogí la enfermedad, en aquellos momentos no tenía ni idea de cómo podría ser, solo que me llamaba poderosamente la atención más de 200 kilómetros y varios puertos importantes, pero estaba muy lejos de poder plantearme semejante salvajada. Pasaron los años y seguí escuchando historias de mucha gente, leyendo multitud de relatos y reportajes en revistas especializadas, el prestigio de la prueba ha llegado a alcanzar lo inexplicable quizás comparable al Tour de Francia, ojo si comparas el Tour con la Vuelta a España o el Giro de Italia, está claro que hay pruebas que despiertan el interés de todo el mundo, mientras que otras pasan inadvertidas, quizás sea por la distancia, o por los puertos, o por la dureza, o bien por el entorno yo creo que no, porque las hay más largas, más duras y con más puertos, todo esto es porque la gente termina creando un mito alrededor del evento, contando en los mentideros todos los detalles de la prueba ,y la verdad es que por muchos que escuches o leas cuando llegas allí todo te sobrepasa, leí en algún sitio hace tiempo una anécdota de un señor que realizo la prueba y que luego compartió su experiencia con todos escribiendo un articulo como este, decía el señor que cuando coronó el Col de Portalet estaba convencido que no volvería a practicar ciclismo que intentaría llegar a meta por vergüenza torera y que luego lo dejaría unas horas más tarde después de ducharse empezó a pensar que tampoco lo había hecho tan mal que paso algunos apuros pero que en resumidas cuentas había estado a la altura exigida pues bien termino contando que a la semana de estar en casa estaba convencido que podría mejorar el tiempo que había empleado en la prueba y que dos o tres semanas después ya estaba preparándose para el año siguiente. En fin tengo que deciros que yo sufro los mismos síntomas que este buen hombre.
Llego el día en el que pensé que ya me tocaba, fue en febrero de 2008 intenté inscribirme en la prueba tres días después de abrir el plazo, seguía sin tener ni idea de donde me estaba metiendo, había estado lentísimo, las plazas se adjudicaron en 48 horas y me quede fuera. Pensé que el 2009 sería mi año, y fui bueno el día 1 de Enero ya empecé a entrenar, por supuesto que no sirvió nada más que para avisar a mi cuerpo de lo que venía, un mes y medio entrenando realizando una pretemporada cargada de kilómetros para realizar una prueba en la que no tenia certeza de poder inscribirme. Fue a mediados de febrero cuando en una mañana de locura logramos el pasaporte el amigo Javi y Yo, habíamos coronado el primer puerto, el más difícil, según cifras de la organización ningún evento, concierto, partido de futbol ni siquiera la final de la copa de Europa, había tenido tantas peticiones en tan poco tiempo, podrían haber hecho una carrera con 30.000 ciclistas solo en las dos primeras horas de plazo lo que llevo a bloquear la web en varias ocasiones esto provoco el aplazamiento de las inscripciones, pero dos días después volvió a pasar lo mismo ya en la tercer intento lograron asignar las 8500 plazas para la Quebrantahuesos y las 1800 para la Trepariscos. Entonces empecé a imaginar la grandeza de la prueba.
Pasaron los meses y se sucedieron los entrenos, fueron de todo tipo, pero no puedo pasar por alto la oportunidad de poder agradecer en primer lugar a Montse y Sandra, mi mujer y mi hija por el tiempo que no puede estar con ellas mientras entrenaba, y en segundo lugar a todo el grupo a Pedro, Juan Carlos, Alejandro, Toni , Carlos, Paco, Obregón, Manuel, Juan Luis, Jose Luis, Contador, y alguno más que habré olvidado, por acompañarnos a tantos sitios con lluvia, viento, frio y calor, por realizar con nosotros tantas rutas no recogidas en el calendario por supuesto cubriendo mucha más distancia de lo normal y buscando los lugares con más dureza a fin de mejorar nuestra capacidad. Atrás quedo nuestra participación en la marcha de Lale Cubino en Béjar, en la estuvimos Javi y Yo, ya esta prueba pudo ser el objetivo para un año pero para nosotros no fue más otro entreno del que sacar conclusiones y mejorar en lo posible para la QH2009.
El mes de junio entro en la segunda quincena, llegaban los días más largos del año, las noches mágicas que rodean la fiesta de San Juan, fechas que siempre estuvieron señaladas con cariño en mi calendario, pero este año todo era especial, el 20 de Junio era el gran día, para el que había entrenado durante 5 meses y medio, por el que llevaba años soñando. Rumbo a los Pirineos creo que no he olvidado nada, como casi siempre que sales de viaje, esta vez fue tan especial que fue hasta cierto llevaba todo lo necesario. Llegamos a los primeros picos del macizo que nos separa de Francia con una cierta desilusión, pensaba que el norte estaba lleno de prados verdes, la soledad de las tierras del alto Aragón y la deforestación de los primeros cerros pirenaicos me dejaron una sensación de desierto que en ningún caso llegue a imaginar. Al llegar a Sabiñanigo la cosa cambio por completo ya se veían paisajes mas verdes más poblados y una sensación difícil de explicar, provocada por muchos detalles relacionados con el ciclismo, rotondas decoradas con bicicletas antiguas pintadas de colores, monumentos dedicados a la Quebrantahuesos representando el perfil de la etapa, carteles de bienvenida, todo hacía presagiar que allí estaba a punto de celebrarse el evento del año, como detalle decir que en la recepción del camping sin decir nada ya sabía la recepcionista hasta que día estaba alojado, en fin tomamos posiciones y aprovechando el calor que hacía nos fuimos a la piscina. Allí empecé a contemplar la belleza de aquellas montañas, tumbado en aquel césped, no tarde ni una hora en sacar la bicicleta del maletero, necesitaba dar pedales por aquellas carreteras no podía aguantarme las ganas ni un minuto más. Así que mientras Javi llegaba a Zaragoza yo emprendí ruta por el valle de Tena dirección a Biescas, famoso para nosotros por ser el pueblo de Fernando Escartín y para otros por la tragedia ocurrida hacia pocos años en un camping situado a 4 kilómetros del que yo estaba alojado. Era por la carretera que se cubrían los últimos kilómetros de la QH no paso ni cinco minutos y me empecé a cruzar con grupetas de ciclistas pero una detrás de otra no eran grupos grandes de 4 ó 5 como mucho, cada grupo con un mallot que les identificaba su procedencia, puedo decir que en un par de horas me cruce con gente de casi todo el país, me parecía increíble la cantidad de gente que había visto en la carretera y estaba claro que todos estaban allí para lo mismo, llegue a Biescas y decidí subir un poco el puerto del Portalet por el sitio donde lo iba a bajar el sábado, me encontré bien hasta que llegue a un cruce donde señalizaba Hoz de Jaca y no lo puede evitar gire sin pensarlo y fui a explorar que era aquel puertito desconocido, llegue a un a la presa Buba lugar pintoresco, impresionante la altura del muro de la presa y espectacular la vista del valle de Tena pare a disfrutar de la vista y en esto llego un grupo eran cuatro holandeses, empecé hablar con uno de ellos, por supuesto que en español, me explico por donde pasaríamos el
sábado y yo subí por la bajada del puerto de Hoz de Jaca fue brutal, no podría comparar con ninguna subida de las que había realizado en mis entrenos y esto me preocupaba, solo fueron tres kilómetros pero vaya desnivel, asome en el pueblo al lugar por donde iba a subir la carrera y me dio pánico, di la vuelta rápidamente y baje por donde había subido, la sorpresa fue mayúscula cuando me acercaba a las curvas y veía que la organización tenía instaladas colchonetas en los quitamientos y en los arboles en las curvas, que raro al subir ni las vi, como pensaban los organizadores que íbamos a bajar el puerto para poner allí aquellas protecciones pensé que estaban locos, de vuelta al camping seguí encontrándome con grupetas al igual que en la ida pero esta vez no dejaba de pensar lo que había visto, aquellos desniveles, las colchonetas, aquello era algo inesperado para mí. En el camping después de la ducha lo primero que hice fue leer la guía que con buen acierto publicaron la revista de Ciclismo a Fondo, vaya dolor de piernas que me levanto hoja de ruta. Entonces entendí que después de todo seguía sin saber donde me había metido, solo podía sacar una conclusión que había entrenado todo lo que estaba en mi mano y que me encontraba bien de salud, además en la primera toma de contacto con el medio tuve muy buenas sensaciones. Luego recoloque mis ideas sentencie que la medalla de oro no estaba a mí alcance tenía que hacer menos de 7 horas y 55 minutos que quizás en un buen día podría optar a la plata pero que lo recomendable era pensar en acabar y evitar el fuera de control, lo cual ya era un merito importante.
La víspera, pensé en dar otro paseo con la bicicleta, pero Javi estaba allí y me convenció que ya había entrenado bastante que hoy tocaba descanso total. La mañana salió lloviendo, sin frio pero con el cielo totalmente cubierto, nos fuimos de visita turística por supuesto por la carretera por donde saldríamos al día siguiente camino de Francia llegamos hasta Canfranc donde empieza la parte dura del primer puerto lo vimos un poquito y nos volvimos, mientras yo le contaba a Javi lo de la Hoz de Jaca, de vuelta al camping a mediodía sin bajarnos de coche fuimos a reconocer otra vez el puerto lo hicimos al revés de cómo lo íbamos hacer con la bicicleta y apreciamos con total claridad que la subida era un atentico matahombres y más cuanto la afrontas con casi doscientos kilómetros en las piernas. Después de la comida Javi se pego una buena siesta mientras que yo me la pase dándole cariño a mi bici, bueno ya sabéis, cubiertas nuevas, una buena limpieza, grasa y aceite a todo lo que se mueve, un repasito a los cambios y los frenos y un reapriete a todos los tornillos, en realidad todo aquello que le hacen a las bicicletas de los profesionales a diario los mecánicos , solo que yo solo se lo hago de tarde en tarde y en vez de dedicar 15 minutos a la puesta en marcha yo me pego casi dos horas. Llego la hora y nos fuimos a la feria a recoger los dorsales, no imaginábamos la cantidad de gente que habría, fue impresionante, ya de entrada nos metimos en un atasco importante con el coche, aunque no nos costó mucho aparcar. El espectáculo era tremendo, habían tomado la ciudad, yo no pregunte pero es posible que todo local dedicado a la hostelería no solo en Sabiñanigo si no que en toda la comarca tuviera el cartel de lleno, la gente estaba acampada en la calle, en las rotondas, en los jardines había gente por todos lados, unos comiendo, otros preparando bicicletas, otros preparando para pasar noche y la policía municipal intentaba regular el tráfico como podía entendiendo que aquel asalto a la ciudad saltándose todas las normas de convivencia era si no algo incontenible si por lo menos un daño colateral debido a la cantidad de gente que se acerca allí para la carrera y las pocas plazas hoteleras que existen en la comarca. La feria estaba llena de stands con muchas de las
marcas que utilizamos en nuestro deporte favorito, Mavic, Selle Italia, Orbea, Nutrisport, Kuota, Polar, fabricantes de ropa y complementos , en fin una autentica fiesta de ciclismo. Allí mismo se recogían los dorsales, cuestión muy bien organizada puesto que no es fácil distribuir 11000 dorsales sin que se formen colas interminables, pudimos recoger los nuestros en apenas cinco minutos. Coincidimos por casualidad con la presentación oficial y estuvimos justo al lado del homenajeado Joan Llaneras con el que nos hicimos fotos y con algunos nombres ilustres del pelotón español Abraham Olano, Fernando Escartín, Paco Antequera, Joseba Beloki, Javier Otxoa y alguno más que no recuerdo, la verdad es que aquello estaba a reventar de gente. Nos volvimos al camping con la tarde ya vencida, nos pusimos a cenar, por supuesto un buen plato de pasta y un buen bistec de ternera, todo lo necesario para el día siguiente colocado a mano y a la cama.
El gran día llego, puse el despertador a las 6:00 de la mañana, dormí del tirón pero a las seis menos diez de la mañana sin que sonara el despertador y sin que nadie me despertara tenía dos ojos como dos platos, ya es raro con lo que me cuesta despertar que me adelantara al reloj, pero es que no hay máquina más exacta que una mente bien programada. Entendí que no había tiempo que perder y me levante de la cama de un tirón sin un amago por darme la vuelta y aprovechar los diez minutos que faltaban hasta la hora programada, como suele ser habitual. Fue entonces cuando fui al servicio del camping y al atravesar este veía salir de todas las caravanas y de todos los chalets gente con bicicletas preparándose para partir. Una vez desayunado y con el traje de luces puesto fue cuando a punto de partir en la puerta de la caravana de la que colgaba mi chubasquero , dijo aquella frase tan desafortunada Javi “no cojas el chubasquero que ha salido un día radiante” , era cierto el día estaba despejado y no parecía tener ningún sentido semejante prenda. Nos pusimos en marcha salimos a la carretera estábamos a 8 kilómetros de la salida, una vez tomada la carretera empecé a tomar la dimensión del evento, no había aparcamientos, rotondas, setos, caminos, gasolineras que no estuvieran repletas de coches de los cuales no dejaban de bajar bicicletas y ciclistas, grupos de peñas que se acercaban a la salida los helicópteros ya volaban las carreteras ya estaban cortadas en ambiente era tremendo, en esto que me adelanta un coche y me empiezan a llamar por mi nombre, eran los colegas de Moraleja, allí estaban, como me alegré de verles por allí , la guardia civil ya se había hecho con la entrada a Sabiñanigo nos desviaron para entrar en la calle de la salida ignorábamos que estaba pasando en el pueblo. Eran las siete de la mañana estábamos en una calle donde intuíamos que estaba la salida porque no veíamos nada más de ciclistas delante y poco a poco empezaron a ponerse detrás, llevamos veinte minutos esperando vaya incertidumbre, en esto que dice Javi “creo que tengo la rueda de atrás pinchada” yo le conteste como aquel arbitro “no me jodas Javi”, Javi se pego el primer calentón del día con lo tranquilo que estábamos, llego allí la televisión autonómica Vasca, que grabo la reparación más larga de un pinchazo del mundo, no por el tiempo si no por la inquietud de que todo el mundo saliera y nosotros nos quedáramos allí, sonó un chupinazo, yo creía que era un aviso, pero era la salida y Javi metiendo aire con la bomba, no pasa nada le dio tiempo a acabar y todavía no se había movido nadie imaginaros toda la gente que estaba delante. Poco a poco aquello se empezó a mover y sin darme cuenta estaba bajo el arco de salida bajo un sonido incesante que hacían los chips al pasar por la manta y que iba poniendo el crono en marcha de forma particular, al principio me creo duda si el mío había sonado mira que si no había puesto el cronometro en marcha y …………… bueno no puede pensar mucho la
salida era con terreno favorable y en menos de un kilometro el velocímetro macaba 62 km/h ya había metido todos los hierros, llegamos a una rotonda giramos 180 grados y nos metimos cuesta arriba por la travesía de Sabiñanigo, entonces entendí de verdad la grandeza del evento, eran las siete y media de la mañana aquella gente podría llevar allí al menos dos horas esperando que pasara la caravana multicolor, no podría decir que cantidad de gente había si pude apreciar que a cada lado de la calle había al menos dos metros de personas allí gritando y tocando las palmas, vaya subidón de moral a esas horas de la mañana, el ritmo fue todo corazón no podíamos defraudar es posible que no bajáramos de 45 km/h no hizo falta ni subir piñones íbamos en volandas, apenas podía perder de vista la rueda que seguía es posible que fuera el momento de más peligro a caídas, era palpable el nerviosismo, la gente está de fuerza que se sale, el ritmo es muy alto, si alguien cambia de dirección bruscamente o intenta buscar algún conocido en el público y se toca con el de delante nos vamos al suelo y lo echamos todo al traste, fue tremendo hasta salir del pueblo. La carretera suavizo los ánimos, entraba un fuerte aire muy frio de cara, el ritmo era muy alto y rápidamente se formaron grupos muy grandes, los cuales se rompían por momentos y se producían acelerones tremendos para tratar de buscar al grupo de delante y así poderse proteger del aire, fue entonces cuando empecé a girar un poco la cabeza y me di cuenta de que Javi no venía a mi rueda, bueno no estará lejos pensé, yo trate de seguir el ritmo de la gente que tenía delante sin cortarme, la carretera nos encaminaba hacia Jaca seguía habiendo mucha gente en la cuneta, en los cruces y en los puentes, llegue a pensar que de donde podría haber salido tanta gente y que hacían allí tan temprano y con el aire tan frio que hacía, pues lo que yo decía antes, algunos pensaron en ir a ver la salida al pueblo y no pudieron pasar al tener ya la guardia civil las carreteras cortadas, es difícil explicar las sensaciones en una carretera desconocida por la que pasas la primera vez, llena gente por todos lados y a mil por hora, a ver quién se atreve a decirme que esto es una marcha cicloturista, que venimos a pasear, esto que quede claro es una carrera en toda regla. Era tremendo pronto llegamos a Jaca y empezaron las primeras rampas del primer puerto Somport, en realidad son 28 kilómetros de subida, aunque hasta que no llegas a la estación de Canfranc no empieza la carretera típica de puerto de montaña. No cesaba la gente en las cunetas animando, a medida que nos acercábamos al puerto la mañana se ponía más fea, las nubes lo cubrían todo el frio era insoportable, empezados a subir el puerto y al tiempo que alcanzábamos altitud las nubes se convirtieron entonces en niebla, pero casi podría decir que estaba lloviendo, porque era más parecido a un cala bobo, el frio cada vez era más insoportable, por dentro sudando a mares por culpa del esfuerzo del puerto y por fuera totalmente calado de agua, llevamos ropa de verano, una camiseta interior para evacuar el sudor culoté corto y mallot manga corta y manguitos que pensaba subir en las bajadas pero hice buena parte de la subida con los manguitos subidos. Seguía habiendo mucha gente en las cunetas fue entonces cuando ya deje de comprender lo de la gente animando, eso no lo entiendo en mi cultura de afición a un deporte, yo estoy loco por estar realizando esta prueba, por el recorrido, por estar a 1000 km de mi casa, por la que estaba cayendo, pero lo de esta gente no tiene nombre, con la que está cayendo el frio el aire, y las cunetas llena de gente con ropa de invierno, con guantes, con bufandas, con gorros de lana(que bien me hubiera venido algo de esto) , todos animando, pero había cambiado algo a la gente que había visto antes, estos eran casi todos vascos, habían venido hasta aquí solo y exclusivamente para vernos pasar, no lo podía creer, se desplazan con los coches y se suben a los puertos a pasar el día, muchos de ellos de que pasaron los últimos, bajaron y se fueron al Portalet a volvernos a ver
pasar, pero como es posible si esto no es el Tour, o si, bueno yo no entendía nada, esto es una locura. Llegamos a Canducha la estación de esquí, el primer avituallamiento, llevaba los botes casi llenos y no me apetecía nada beber, teniendo en cuenta que ahora tocaba bajar decido no parar y tratar de bajar cuanto antes, justo al coronar el puerto la frontera, allí alguien me llamó por mi nombre, que raro pensé, gire la cabeza y allí estaba un paisano, el profe Manuel Redondo, Extremeño que por trabajo estuvo por estas tierras mucho tiempo y que ahora ya está de vuelta entre nosotros y que a veces cuando podemos compartimos carreteras, un extraordinario aficionado a esto y que estaba allí animando, la verdad es que me emocioné cuando le vi allí, tanto vasco y de pronto uno de los nuestros. Bueno y ahora a bajar, si difícil fue subir, bajar fue imposible, el frio nos estaba matando, la carretera era un espejo, y la niebla no te dejaba ver más de 50 metros, de pronto bajando, casi haciendo equilibrio, por la carretera e intuías una curva pero no sabias si era de derecha o de izquierdas y de pronto…….. aparece un voluntario, puesto allí por la organización con una banderita indicando hacia donde es la curva, vaya trabajo el suyo habría que hacerle un homenaje excepcional, a estas personas por que si ya es de agradecer que se preocupen en condiciones normales del buen funcionamiento de la carrera en estas condiciones yo creo que su trabajo se convierte en imprescindible para evitar que uno tras otro hiciéramos las curvas rectas. Fue terrible el frio que pasamos, a los dos días leí en un foro que un tío que era la cuarta vez que iba y que llevaba un año y medio entrenado, se tubo me meter en una ambulancia aquejado de hipotermia, ya es un detalle del tiempo tan malo que soportamos en la primera parte de la carrera. Poco a poco negociamos los primeros kilómetros de bajada, cada uno tiritaba lo suyo, ya al llegar al cruce con la carretera que sale del túnel, la carretera empezó abrirse, era un poco más ancha, la niebla había quedado atrás, aunque seguíamos tiritando de frio, la velocidad empezó a amentar de manera considerable, empezamos a cruzar algunos pueblos Franceses los cuales tenían todas la calles cortadas por la Gendarmería Francesa, estaban por todos lados controlando el tráfico, además tenían las carreteras llenas de carteles que anunciaban que el día señalado tendrían las carreteras cortadas debido a la celebración de la QH2009. La carretera era estrecha, con curvas no muy pronunciadas, con ligera pendiente hacia abajo, el ambiente muy húmedo y muy sombrío, empezaron a realizarse grandes grupos y prácticamente volábamos dirección a Escot, que se llama el pueblo donde empezaba el temido Marie Blanque, fue buen momento para comer un poco templar los ánimos y empezar a pensar en regular un poco las fuerzas, quedaba mucho y en la primera parte, por unas razones u otras, habíamos gastado bastante más de lo necesario. Pero enseguida llego el pueblo allí alguien de la organización nos dijo que los primeros nos llevaban 30 minutos, creo que su intención fue motivarnos para ver si les podíamos echar mano, pero creerme que no lo consiguió. Se escuchaba un rumor en el grupo en el que viajaba, “al girar a la derecha….”, efectivamente giramos a la derecha para empezar el Col de Marie Blanque, y es que nada mas girar te encuentras con un muro de esos que te quitan las ganas de seguir subiendo el puerto, pero afortunadamente fue muy corto, luego el puerto suavizaba bastante, la gente que tenia a mi alrededor llevaba buena cara, se escuchaban todo tipo de comentarios e incluso risas, algún insensato llego a decir algo así “tan poco es para tanto la Marie Blanque, vaya insensato, lo cual era claro indicativo que estábamos subiendo cómodos. La carretera es de esas típicas del Tour, estrecha casi comida por la hierba surcando con sutileza la ladera de la montaña entre los árboles, a veces daba la impresión que al hacer la carretera habían sido tan respetuosos con el medio ambiente que habían ido sorteando los arboles. Llegamos casi sin darnos cuenta
al avituallamiento situado justo antes de la parte dura del puerto, todo un acierto por parte de la organización, aproximadamente 95 Km de carrera, paré y llene los bidones había consumido dos bidones hasta el segundo punto de avituallamiento y había comido correctamente, curioso en los próximos 4 Km consumí otros dos bidones, esto puede ser una referencia buena de la dureza del puerto. En contra de lo que muchos puedan pensar, no es una rampa insalvable, algo que asuste, que te hunda moralmente solo con mirarlo, no es todo lo contrario, es una rampa de 4 Km de largo con una pendiente constante, en la que no existe ni un metro de descanso, ni siquiera las típicas curvas de los puertos de montaña donde la carretera cambia de desnivel, el desnivel se mantiene siempre por encima del 10%, el circular por allí fue algo parecido a una procesión de semana santa, no se escuchaba ni un alma, las bicicletas perfectamente alineadas como si fuera un batallón militar, todo el mundo sentado en su sillín, de lado a lado de la carretera, si levantabas la vista no veías asfalto, solo se podían ver ciclistas con la cabeza más o menos baja, supongo que cada uno rezando lo que sabía, el esfuerzo empezaba a pasar factura la dureza de este puerto como he dicho antes no fue una rampa insalvable, si no el ritmo constante de esfuerzo, apenas cambiaba el cuenta kilometro la velocidad era constante 9 Km/h, los metros tardaban mucho en subir al marcador, las pulsaciones poco a poco tomaban valores prohibidos, y no tenía pinta de que en ningún momento te podías recuperar, llega un momento que no sabes que hacer, yo miraba el imán de la rueda y pensaba “se debe de haber movido porque no suma ningún metro a la distancia recorrida”, otras veces tapaba el pulsómetro, ya sabes, ojos que no ven corazón que no siente, pero cuando quitaba la mano las pulsaciones no habían bajado. El caso es que aquellos 4 Km son de los que no se te olvidan en la vida, probablemente, si subes solo te marcas un par de “S” o “Z” como prefieras, coges aire y se te hace mucho más llevadero, pero allí metido en aquella formación militar realizando la subida en plena línea recta, por falta de espacio puedo asegurar que es una tortura. Poco a poco alcanzamos la cima, la sensación es parecida a la que se tiene cuando se sale del metro y se ve la luz del sol, parecía que habíamos acabado la QH, algún compañero que días después vio el video en internet me dijo que salíamos de allí con cara de susto y me preguntaba si habíamos visto algún fantasma, pues si, en esos términos parece ser que alguien vio un fantasma o algo parecido quizás por la cercanía a Lourdes decían que se le apareció una dama blanca y que pudo ser la virgen María, según dice la leyenda, al parecer el nombre del puerto viene de ahí se conoce como “Dama Blanca o como Marie Blanque” , desde mi punto de vista no fue un milagro si no que fue alguien que subió en bicicleta y se agarro un buen “pajarón” , el caso es que llevamos solo la mitad del recorrido, bajamos casi volando unos cuatro kilómetros, hasta el avituallamiento. Al bajarme de la bicicleta tuve la sensación de haber llegado hasta la misma casa de “Heidi” el paraje es espectacular, nos encontrábamos en un valle en lo alto de la montaña, donde habitualmente solo hay bacas pastando, el color verde intenso que nos rodeaba yo no lo había visto nunca, casi no había arboles, el olor era el típico que procede de los establos de bacas y el aire que respirábamos era muy frio, y aparentemente limpio y rico en oxigeno. Mientras que comía observaba atónito el paisaje, pero el frio poco a poco empezó a recordarme que no podía estar más tiempo parado. Emprendí la marcha puerto a bajo salvando multitud de curvas peligrosas, la carretera estaba seca, lo que invitaba a tomar riesgos, bajábamos en fila de uno a una velocidad de vértigo, la tragedia se estaba mascando y no tardamos mucho en encontrarnos cara a cara con ella. Al salir a toda velocidad de una curva de derecha, me encontré con una caída gravísima, un corredor en el suelo con la cabeza abierta de la que brotaba sangre en
abundancia, otros dos corredores en el suelo, otro arrastrando al primero a la cuneta, para evitar otro accidente, y toda la carretera llena de cosas, bombas, zapatillas, una bicicleta, bidones, bolsas, comida, algún casco e incluso hasta una rueda en medio de la trazada de la siguiente curva, salve todos los obstáculos como pude y casi sin poder frenar por falta de tiempo, apenas me paso el susto y ya había perdido de vista el lamentable espectáculo, tratando por todos los medios de no perder la concentración por lo vivido, por mi propia seguridad, intente trazar las curvas con un poco más de cuidado, pero esto te dura dos minutos, cuando te das cuenta sigues volando, bajando a tumba abierta, sorteando las curvas a la mayor velocidad posible. Por fin se acaba el puerto, empiezan unos kilómetros de llano buscando el siguiente pueblo marcado como importante en mi hoja de ruta Laruns, allí comienza el Col del Portalet, pero antes había que salvar algunos kilómetros de falso llano, donde se empezaron a crear aquellos grupos asesinos, que cogen velocidad de vértigo en busca del grupo de delante y que de vez en cuando se rompe y como consecuencia se producen unos acelerones más típicos de una llegada al sprint que de un trayecto casi llano. El caso que llegamos a Laruns cruzamos el pueblo y llegamos a un cruce donde si giramos a la izquierda empezábamos a subir el Col de Oubisque y si giramos a la derecha empezamos a subir el Col de Portalet. El Oubisque tendrá que esperar hoy toca el Portalet pensé, al empezar el puerto pareció que aquellos caballos desbocados con los que compartía grupo se calmaban por arte de magia, poco a poco empezamos a negociar el puerto recuperando el ritmo cansino de la subida, los primeros kilómetros son muy suaves, se circula casi todo el puerto paralelo un rio típico de montaña. Apenas había cubierto tres o cuatro kilómetros de puerto empecé a tener problemas con mis piernas, empecé a tener calambres en ambas piernas, por un momento pensé que no iba a poder por con el puerto, puse un ritmo muy tranquilo de subida moviendo las piernas muy alegremente con muy poco desarrollo y empecé a comer y beber en abundancia, pero pronto me di cuenta que mis problemas no venían de no haber comido si no del terrible frio que había pasado y de los cambios tan bruscos de temperatura por los que había pasado. Fui acumulando kilómetros de subida con ritmo tranquilo pero seguro, los calambres aparecían y desaparecían en función a la dureza de la carretera, terminé por acostumbrarme a los calambres entendí que eran otra consecuencia más del esfuerzo y la tensión acumulada. El Portalet, que si lo buscas en el diccionario, viene a ser descrito como puerto con capacidad suficiente como para poner a todo globero que lo intente en su correspondiente sitio, dejando a las claras la cantidad y calidad de entrenamiento realizado por cada uno de ellos. Es un puerto larguísimo casi treinta kilómetros, la verdad es que tiene rampas de todo tipo, e incluso algunas pequeñas zonas de descanso. Hasta la mitad del puerto no tiene nada de especial, a partir de ahí la cosa se empieza a complicar, recuerdo un cartel realizado con un cartón y un bolígrafo, que supongo que algún miembro de la organización colgó a mitad de puerto en el que ponía algo así “AQUÍ TENEIS EL PORTALET , SOLO OS QUEDAN 15KM A LA CIMA, ANSIAS”, un cachondo vamos. El caso es que los kilómetros se empiezan a suceder y a complicar poco a poco sin levantar ruido los tramos de dureza se van sucediendo cada vez con mayor frecuencia, esto sin olvidar el esfuerzo ya acumulado en las piernas, bueno y en mi caso los calambres. Alcanzamos el avituallamiento situado a 10 Km de la cima, por cierto otro acierto por parte de la organización, la verdad es que clavaron los sitios donde se hace necesario la ayuda en forma de comida y bebida, la sensación allí parado en el avituallamiento es que ya hemos superado el puerto, que ingenuo podemos llegar a ser, lo peor del día estaba por llegar. Sin perder mucho tiempo retomamos la subida la carretera
tomo rumbo a la ladera de la montaña , desde la que se veían varios kilómetros a la lejanía, la verdad que a esas alturas la carrera era un autentico rosario, el grupo más grande podría ser de 5 ciclistas, el ritmo era muy cansino y es entonces cuando aparece la agonía, o quizás dicho de otra manera el final de la preparación, a partir de aquí solo queda la vergüenza torera, el pundonor o la mala leche, como lo queráis llamar. La carretera empieza a tener color otra vez nos vamos acercando a España y las cunetas de nuevo empiezan a estar llena de gente, todos animando, disfrutando con el espectáculo, te animan de una manera especial te llaman por lo que hay escrito en tu mallot, te ofrecen de todo, agua, coca-cola, acuarios, fruta e incluso regalan algún empujón que otro. Poco a poco llegamos a los dos últimos kilómetros del puerto atrás quedaron los típicos túneles abiertos y una autentica multitud de gente pero casi nada para lo que había en los dos últimos kilómetros, apenas había un metro de carretera que no estuviera tomado por la afición, estos no eran ajenos al esfuerzo que estábamos realizando para poder coronar el puerto, se escuchaban consejos de todo tipo, desde los que te invitaban a comer y ver hasta algunos que te indicaban los desarrollos a utilizar, la verdad es que aquellos dos kilómetros fueron interminables, no sé si atreverme a compararlos con los dos últimos kilómetros del Marie Blanque, porque mientras que en aquel puerto llevas fuerzas y vas haciendo un esfuerzo importante aquí ya no llevas fuerzas y convives con la agonía aquí es donde se entiende aquello de que los ciclistas están hecho de una pasta especial, lo fácil es bajarse de la bicicleta y pensar que otro día será, pero no aquí no se baja nadie y hay que llegar como sea. Recuerdo que la gente me repetía ”te queda un kilometro” una y otra vez mi cuenta kilometro ya había acumulado al menos un kilometro y la gente me seguía diciendo “venga que solo te queda un kilometro”, yo sé que es con buena intención, pero que largo se te hace cuando te repiten cien veces que te queda un kilometro lo haces y aquello no se acaba. Luego volvió a pasar lo mismo pero ahora repetían” venga que solo te quedan 500 m” y después de 500m aún no se veía donde se acababa el puerto, en esto que aparece un tío corriendo a mi lado y me dice “toma comete esta tajada de sandia”, yo recuerdo que le mire y solo pude reírme porque ni siquiera podía hablar pero recuerdo que pensé “si casi no soy capaz de tragar aire como voy a tragar una tajada de sandia”, y es que la gente se sube a la montaña a ver pasar la carrera y a disfrutar de un día de campo con sus mesas, sus sillas, las sombrillas, la tortilla de patata, el tinto con limón y la sandia. Vaya afición posiblemente dentro de unos años lo que recuerde con más claridad sea aquellos grupos de gentes allí arriba en la montaña animando porque sin ellos allí es posible que los aficionados como yo que practicamos este deporte no podamos por si solos sortear la dificultad que nos pueden presentar pruebas como esta. Me empecé a creer que esta coronando porque la gente me empezaba a decir “venga que solo te quedan 100 m” vaya cien metros largos parecen casi un kilometro, al fin después de varias curvas sucesivas empiezo a ve la frontera y el paso por el puerto. Que sensación ahora sí que lo había conseguido me repetía mentalmente, en la estación de esquí de Candanchú otro avituallamiento, una parada rápida para coger comida y bebida y para abajo de nuevo a tumba abierta. Ahora el problema era el viento entraba de costado y esto hacia que en algunos lugares costase mucho poder coger la curva por la trazada adecuada porque el aire te llevaba donde quería. De nuevo volvieron los temores a la caída porque ni yo ni los que venían a mi alrededor cedíamos ni un milímetro bajamos al límite y tras un par de sustos nos adelanto una ambulancia con mucha urgencia con las luces y la sirena encendidas, intuimos la urgencia de la ambulancia, y casi llegamos al lugar del accidente al mismo tiempo, allí estaban sacando de un acantilado a un ciclista que cogió una curva recta, a
los pocos días supe por un compañero que aquel ciclista ha acabado en silla de ruedas, que pena, a veces no valoramos lo suficiente los riesgos que corremos y nos excedemos. El grupo en el que viajaba no bajo ni un momento la velocidad, a pesar de que la imagen aún en la retina es muy fuerte, y pronto estábamos rozando los límites de nuevo. Llegamos a un cruce donde nos desviaron para coger la carretera que nos llevaría al último puerto de la jornada, la Hoz de Jaca, en mi libro de ruta particular y por el consejo de alguien que ya había realizado la prueba en varias ocasiones ponía que en ese cruce tenía que soltar bien las piernas, luego que me tomara un sobre de gel y que me bebiera un bidón de agua, y a continuación me iba a encontrar con esos tres kilómetros durísimos que forman el puerto que al llegar apretara con todo para arriba que esta tachuela se pasaba rápido, así lo hice pero nada más empezar aquellas insultantes rampas me di cuenta que había vuelto de nuevo a la sensaciones vividas en el los últimos kilómetros del Portalet. Miré a mi alrededor y me di cuenta que mis compañeros de viaje se encontraban en semejante situación, no es que fuera un consuelo pero bueno uno de ellos tomo el mando del grupo y puso el ritmo y fuimos negociando aquellas curvas entre arboles, que por supuesto estaban de nuevo llenas de gente, allí pude apreciar muchas familias con niños pequeños que estaban pasando el día de campo y al tiempo animaban incesantemente a todos por igual, las “ayudas” eran las mismas “venga que solo os queda un kilometro duro que luego es más fácil….” , en fin, te seguían llamando por las letras que podían leer en tu mallot, te ofrecían de todo, tocaban las palmas alguno decía aquello “tu sí que tienes guevos” aunque no se que le dirían a una tía que venía por detrás el caso es que esta me paso como un tiro casi cuando estaba coronando. Al final aquella encerrona puesta allí por la organización no fue tan grave como parecía. Coronamos aquel puertito y tras recargar de víveres en el avituallamiento de nuevo a bajar como locos, ahora sí que vi de cerca las colchonetas que había puesto allí la organización y además comprendí que no estaban puestas porque entre tanta gente, habría algún loco, sino que todos estábamos locos, además para más emoción, en buena parte de la bajada en la calzada había un poquito de arena, lo cual hacia más inestable las frenadas, por suerte ni yo ni el grupo con el que viajaba tuvimos ningún percance, fue curioso pase por encima de la presa que tanto me impacto hacia dos días y casi no me di cuenta. Salimos a la nacional de nuevo, aún quedaban algunos kilómetros de bajada del puerto del Portalet, enseguida alcanzamos el falso llano, sin mediar palabra solo con la mirada el grupo con el que viajaba nos organizamos y empezamos a dar relevos, en aquel grupo había un par de tíos de mi talla, yo metí todo el desarrollo y me puse a tirar como un desesperado, de aquel grupo y estos dos se vinieron a mi rueda y empezaron a dar relevos, ya no Bajamos de los 45 Km/h hasta llegar a la meta. Según los datos de mi cronometro la velocidad más alta alcanzada en todo el día fue en ese tramo, como dato real os puedo contar que aproximadamente hay casi treinta kilómetros desde el pueblo de la Hoz de Jaca hasta meta y que en algo menos de 40 minutos estaba en meta, el grupo se estiraba, se rompía, alcanzaba a otros que iban por delante, además yo veía que cuando apretaba aun estiraba más y me daba cuenta que los calambres, la sensación de agonía que había pasado, había quedado atrás que iba como un tiro y que en aquel terreno era mejor que todos los que me acompañaban, aquello me lleno de fuerzas sin saber porque y sin darnos cuenta nos plantamos en Sabiñanigo. Las sensaciones al cruzar aquella meta son indescriptibles, al menos yo no tengo palabras para poder expresar lo que sentí en aquel momento, es el colmo, la satisfacción es enorme y francamente emocionado alcance el lugar donde se encontraban mi mujer y mi hija. En un abrazo casi sin darme cuenta me baje de la bicicleta, y me tumbe allí en
aquella grada bebiendo agua e intentando coger aire, no sabía y además no importaba el tiempo que había hecho lo importante es que había conseguido acabar. Me quede allí en la meta esperando a que llegara Javi mientras que recuperaba el pulso normal. Al poco tiempo llego este con sensaciones parecidas, por un lado una satisfacción espectacular y por otro lado reconocía el esfuerzo que habíamos tenido que hacer para completar aquel recorrido exigente en todos los aspectos. Pero bueno su experiencia que os la cuente él. Recuerdo que Javi decía algo así como “aquí no vuelvo yo ni loco” yo creo que no lo llegue a decir aunque también lo pensara varias veces, lo cierto es que el tiempo se encargará de constatar que estamos locos y volveremos.
Entrenando con Contador

El compañero Manuel nos manda esta foto de un entrenamiento con el ganador del pasado Tour, Alberto Contador.
Entrenamiento con la elite despues de acostarme a las 4 de la m..q paliza nos ha metido...
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Fotografías
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